lunes, 31 de agosto de 2015

ALEJANDRO EL GRANDE
HERNAN BAQUERO BRACHO


Así como Alejandro III o más conocido como Alejandro Magno, el rey de Macedonia y que conquistó amplios territorios como Egipto, Oriente Medio y parte de Asia, quien fue un gurrero victorioso de mil batallas; en esta región de la patria de lo que corresponde el sur de La Guajira y Valledupar, también existió un Alejandro, el grande del carisma y de la amistad, quien se convirtió en un conquistador de amigos y por ello fue un personaje de Villanueva y de Valledupar, me refiero al ex alcalde  de su natal municipio en el año de 1986, Alejandro Isaza Lafaurie, nieto del general de la guerra de los mil días Antonio Galo Lafaurie Celedón, quien murió el pasado lunes 24 de agosto en una clínica de Valledupar a los 93 años de edad.
 Fue un hombre maravilloso en todos sus procederes. Bailador insigne, mamador de gallo de los mejores, ocurrente en tantas historias que contarlas daría para cuatro cuartillas, pero su vida quedará escrita para la eternidad. Vivió la vida de manera plena, contertulio de los mejores, siempre degustando un buen whisky y tomándole el pelo a sus mismos orígenes antioqueños por los Isaza cuando estaba bien entonado hablaba como tal, parrandero alegre, se las gozaba de una manera jacarandosa, sus hijos le celebraban parte de sus travesuras amorosas, especialmente Carlos Mario, quien lo reemplazó como alcalde de Villanueva desde el año de 1986 al año de 1987.
Alejandro el grande o Alejandro Isaza sin quererlo se convirtió en un personajazo de esta región.  Para él sus hijos siempre representaron su mayor orgullo: Carlos Mario, ex alcalde, ex director general de fiscalías en Colombia, conjuez de La República y un jurista reconocido en la ciudad de Bogotá, todo esto le reconfortaba el alma; Alejandro Tadeo, ex contralor distrital de Bogotá, catedrático de prestigiosas universidades en la capital del país, investigador sesudo y escritor; Álvaro Enrique, ingeniero y súper intendente de minería actual del Carbones del Cerrejón e Iván a quien lo quería con el alma y todo se conjugaba con su esposa la licenciada en sociales y una de las mejores educadoras que tuvo Villanueva, doña Gisela Serrano Zúñiga, quien falleció hace menos de dos meses, también en Valledupar. También fue el padre de Pío y de Lourdes Isaza Muñoz y Maira Isaza Araujo.
Son tantas las historias que se dieron en la vida de Alejandro Isaza Lafaurie, que se podría escribir un libro de todas sus vivencias buenas. Vivió su vida con una alegría contagiosa. Se convirtió en el cronista de tantos sentimientos y de tantas amistades que lo hicieron un hombre grande en el templo de la lealtad y de la afinidad junto a Julio Orozco Dangond, “Toño” Dávila, su cuñado Luis Felipe Ovalle Ovalle, su tío Raúl Lafaurie Acosta, “El Mono” Dangond, Jorge Dangond Daza, Nicomedes, “Chico”, “Chema” Daza y Sabas Socarras Dandond, marcaron la historia de la provincia de Padilla. En la terraza de la residencia de Raúl Lafaurie Acosta, donde hoy quedan las oficinas de los juzgados de la justicia colombiana, en la plaza principal, quedaron tantas anécdotas y en lontananza se sienten las risotadas y las carcajadas especialmente de su tío el siempre recordado Raúl Lafaurie Acosta.
Alejandro era el tío del ex gobernador de La Guajira Luis Felipe, del ex senador de La República Fermín y de Cinthya Ovalle Isaza, del juez de La República Alfonso y del médico Rodrigo Isaza, hermano del médico, ex congresista y catedrático de Uninorte José Alberto Isaza Lafaurie, quien hoy cuenta con 97 años de edad, Cecilia, Margot, Rose Mary quienes aún viven, de Teresa y Serafina, Roberto y ex alcalde Alfonso, Isaza Lafaurie,  ya fallecidos.
El día de su sepelio en Valledupar, el miércoles 25 de agosto, su familia, en cabeza de sus hijos, nietos y sobrinos y personalidades de La Guajira y de Valledupar se hicieron presentes para darle el último adiós  al gran Alejo, al amigo y allí entre lágrimas Roberto “El Turco” Pavajeau, le dio unas sentidas palabras de despedida al amigo de sus cuitas, como me lo expresara el mismo que estaba bastante golpeado  con la muerte de Alejo, y que hace menos de ocho meses departían de la mejor manera y con mucha alegría y él le manifestaba “bueno ya tu no quieres pegártelo o es que estas viejo” y Roberto le soltaba la risotada, siendo menor que él 23 años. Que el señor lo reciba en sus moradas con la misma alegría que Alejo vivió en su vida terrenal. ¡Que así sea!.

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